A lo largo de su historia, la telefonía ha ido cambiando, se han ideando nuevas formas de comunicación y se han lanzando nuevos modelos para cubrir las demandas de la sociedad en continuo movimiento o en ocasiones, se han creado necesidades que no se habían planteado hasta entonces.
A finales del siglo XIX se inventó el primer dispositivo telefónico. Nadie podía imaginar hasta dónde se llegaría y cuáles serían las consecuencias más de 135 años después. La comunicación a través del teléfono forma parte de nuestro día a día independientemente de la edad, sexo o nivel social.
La telefonía fija o de cable se ha complementado con la móvil, y ya se puede considerar imprescindible para la vida social y el mundo de los negocios.
Llama poderosamente la atención el auge de los teléfonos móviles en países emergentes. En el caso de China, India y Brasil la aceptación está más que demostrada.
En la Tabla 1 se puede observar un incremento superior al 900 por ciento entre 2000 y 2011. Para que este fenómeno sea posible, no solo ha sido necesaria la creación de un dispositivo capaz de realizar múltiples aplicaciones, sino que las líneas de comunicaciones han tenido que evolucionar. Se ha pasado del cable, a la fibra óptica y a la comunicación vía satélite, desembocando en la llamada Banda Ancha extendida a nivel internacional, posibilitando la comunicación sin necesidad de disponer de infraestructuras de cableado, además de sortear los elevados costes en aquellos países de menos recursos.
La evolución de los teléfonos móviles La telefonía fija está extendida a nivel mundial, pero con una clara tendencia descendente. Los primeros teléfonos móviles aparecieron a finales de los años 40, después de la Segunda Guerra Mundial. Eran muy caros, pesados y de gran tamaño, por lo que en general se utilizaban dentro de los vehículos y para un público restringido.
En 1982 los laboratorios Bell en Estados Unidos crearon el dispositivo que conocemos como teléfono móvil de primera generación (1G, voz analógica)
En 1990 aparecieron los teléfonos de segunda generación (2G), de menor tamaño, más ligeros y con un costo inferior, basados en comunicación digital tipo GSM (Global System for Mobile Communications), lo que facilitaba una transmisión de voz con una calidad superior y mayor nivel de seguridad. Esta tecnología permitía la transmisión de varias conversaciones a través de un único canal de forma simultánea, por lo que se produjo un abaratamiento de la contratación de las líneas, favoreciendo su integración en el mundo empresarial. A partir de ese momento, y acompañando el desarrollo de los ordenadores y de Internet, se evoluciona de las estaciones de trabajo conectadas en una red local computadoras de escritorio y portátiles con conexión LAN (Local Area Network) y WAN (Wide Area Network).
La sociedad se empieza a plantear la necesidad de la transmisión de datos (Multimedia). Se inicia lo que se conoce como tercera generación (3G) y el desarrollo de la tecnología UMTS (Universal Mobile Telecommunications System). Los teléfonos móviles empiezan a incorporar conexión a Internet, lo que permitirá la transmisión de archivos. Entre las funcionalidades o servicios, adquieren gran importancia las cámaras fotográficas, de video y juegos, adaptando la telefonía móvil al mundo doméstico y empresarial.
Comienza entonces la verdadera revolución. Aparecen los dispositivos de cuarta generación (4G) con transmisión de voz y datos a una mayor velocidad y se convierten en una pieza vital para el bienestar social y el mundo del ocio. El usuario del dispositivo puede intercambiar ficheros, descargar videos, actualizar datos en remoto o establecer videoconferencia con otras personas de su organización.